Cuestión de Barrio 4
Es
increíble que este barrio esté tan lleno de viejos. Son una plaga. Con esto que
el otro día vimos en clase sobre la esperanza de vida y la tecnología, los
viejos no mueren más. Y nosotros crecemos y cambiamos y ellos siguen siempre
igual, arrugados y a paso lento. Lo peor es que siempre se quejan de todo y no
les gusta nada. Solo quieren escuchar la radio y doblar ropa. Si así es como se
llega a viejo, gracias pero paso. No quiero vivir como un vegetal. Quiero hacer
lo que me dé la gana. Además ellos no saben lo que siente una persona tan joven
hoy en día, en un mundo lleno de cables y aparatos inalámbricos. Y no lo
quieren entender. Mi vieja tampoco, que cada vez que le quiero pedir algo lo
primero que dice es no. Eso me da
bronca. Claro, es fácil decir que no, pero nadie se pregunta qué queremos…
Cuando mamá o cualquier viejo de la cuadra me pregunta ¿no está peligroso para jugar en la calle? o ¿por qué no se dejan de pavear y hacen algo productivo?, ¿se
piensan que queremos salir a la calle a que nos atropellen o nos roben? Claramente,
no. Pero no se trata de eso. Primero que si la calle está así seguro que se
debe más a ellos que a nosotros. Y segundo, no me puedo encerrar en casa a ver
televisión. Mamá piensa que veo películas de asesinatos y que consumo drogas
con mis amigos solo porque no me comporto como ella espera. También dice que
soy un desalmado, ¿pero qué piensa, que la voy a acompañar al velorio de
Norberto? Tengo dieciséis años, no quiero meterme en un local de angustia a
llorar por un tipo que no sé quién es. Me hace mal ver un cadáver listo para la
fiesta: labios pegados, bien vestido y… ¡por dios! ¿Quiénes son los enfermos?
¿Cómo pueden tolerar algo así? Déjenlo ir como se fue, no como les gustaría
verlo… dejen de engañarse. La muerte nos afecta a todos, pero yo quiero hacer
cosas de adolescente. Todavía tengo motivaciones, ideas locas y ganas de probar
cosas. Y a veces me interesan otras cosas, como saber qué pasó con Martita que
no sale más de su casa o qué piensa mi vieja, que no me quiere admitir que está
enamorada del viejo Pocho a pesar de que lo sé desde hace tiempo…
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